Lugares que transmiten, que evocan y provocan, lugares cuya historia se encuentra cristalizada en cada una de sus esquinas. Peñalba es uno de esos sitios, donde su esencia invade y teletransporta. Un lugar abrumador que nos lleva de lo general a lo particular, al detalle; te encierra, te absorbe, te redescubre.

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Un pueblo que esconde joyas, reductos, historia. Todo gira entorno a su iglesia, donde una parte de este mundo incansable parece haberse detenido, casi intacta. Una maravilla de la arquitectura mozárabe del s.X, prácticamente única en su especie y que es el eje de este conjunto histórico, su elemento generador.

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Esto nos lleva a entender que, sin necesidad de anunciarse, el conjunto lo entendemos como monumental, no hace falta que nadie nos señale ante qué estamos, la esencia lo invade todo.

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La mozárabe era una arquitectura que buscaba la destrucción de los espacios prolongados o continuos, creando breves espacios ópticos de límites horizontales imprecisos. Cortinajes, columnas y la luz para acortar espacios que no permiten apreciar sus verdaderos límites, la discontinuidad.

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Unidades espaciales que se articulan unas con otras como sorpresa, generando una sensación de laberinto, con una destrucción del centro focal y acentuación de las formas volumétricas puras.

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Será esta la génesis del proyecto, absorber la esencia que desprende Peñalba y su arquitectura, reinterpretándola de manera contemporánea, sin perder el respeto que un lugar como este merece.

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Una vivienda que será destinada al turismo rural, permitiendo descubrir este lugar, haciendo viajar a propios y ajenos. Un programa complejo, donde el foco estaba puesto en la flexibilidad, en poder jugar con la casa dependiendo de los huéspedes, en poder dar alojamiento a parejas y a grupos, incluso coincidiendo en el tiempo.

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Desfragmentar los límites de la casa, poder ser una, o varias, una sucesión de espacios que generen sorpresa, que todas sean centro y periferia. Llevar la gran escala del principio, a lo cotidiano, grandes espacios capaces de sorprender a cualquiera, pero con detalles y elementos que solo los curiosos sean capaces de apreciar y descubrir.

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Y esto es Peñalba, un conjunto de gran escala, pero donde cada rincón y esquina es distinto y único, donde perderse es esencial.

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Una casa polivalente, que juega con la luz, con las dobles alturas, con elementos que transforman el espacio. Una casa que se puede vivir como tres parejas independientes, dos grupos pequeños, una pareja y un grupo, un gran grupo,… Un espacio que cada vez que lo visitas te sorprende porque cambia, se modifica, se transforma, permite vivir diferentes experiencias al usuario.

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Esta es un poco la síntesis de lo que la arquitectura mozárabe y la iglesia de Peñalba de Santiago significan, no es necesario disponer de un arco de herradura para entrar a la vivienda y replicar el pasado, simplemente nos hemos quedado con el concepto.

 

Una vivienda que transcurre entre espacios grandes a doble altura y espacios más pequeños, con iluminaciones cruzadas, donde los verdaderos límites de la casa solo existen cuando uno la conoce entera, formas puras, sucesión de espacios, sorpresa,…

 

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